En qué estamos…

Una de las preguntas que más he oído durante estos días es si vamos a hacer algún cambio realmente después de todo lo que estamos viviendo. Pues sinceramente tengo mis dudas, y honestamente intuyo que poco. Durante mucho tiempo, puede que demasiado, hemos estado generando hábitos hacia el abastecimiento y adquisición de cosas sin medida… bueno, la medida ha sido cuanto más mejor. Y este mensaje ha ido calando profundo en nuestro inconsciente. El individualismo, la adquisición de poder, reconocimiento social, la competencia, etc., dejando de lado el hecho de que todos pertenecemos y compartimos un mismo lugar.

El respiro que le hemos dado a nuestro planeta estas últimas semanas, aunque absolutamente necesario, no creo que sea suficiente para paliar el daño ya realizado. Nos queda vivir de una forma más consciente y responsable, asumiendo el impacto que generamos y podemos generar.

Por otro lado, el respiro y el parón no solo ha sido a nivel de nuestro entorno, por suerte muchos hemos podido experimentar una bocanada de aire fresco en nuestras consciencias. Y esto es lo que quiero remarcar, la consciencia.

Vivir conscientemente puede parecer una tarea difícil de llevar a cabo cuando no dejamos de pasar de una acción a otra sin respiro, cuando nuestras mentes trabajan a destajo de sol a sol, sin fomentar la calma de pensamientos. La parada de estos días ha sido un regalo, una segunda oportunidad para vivir con un nuevo enfoque. Enfocados a la certeza de que nuestros actos y nuestra manera de estar en este mundo, tiene un impacto siempre, queramos o no, lo disimulemos o no, o intentemos ocultarlo, el impacto está, y se manifestará de una manera u otra dependiendo de la intención que le pongamos.

Así que trabajar tu intención, de una forma consciente, ayudará a que este sea un lugar mejor. Mediante el autoconocimiento, llegamos a conectar con quien somos y darnos cuenta, que este Somos es plural, que nuestro ser está vinculado a otros seres, que somos animales sociales y que nuestra comunidad es importante para nosotros. Que nuestra comunidad convive con otras comunidades, que a su vez se necesitan para seguir alimentando lo que estamos siendo. Y finalmente, estas comunidades viven en entornos que nos devuelve aquello que sembramos.

Parece sencillo, ¿no? La clave está en que nuestros pequeños potentes órganos llamados cerebros, se enganchan y alimentan de hábitos y luego les cuesta horrores cambiarlos, son vagos. Alimentar a nuestro cerebro de hábitos más conscientes nos ayudará a generar grandes cambios en nuestro entorno y universo interior.

Conócete y reconecta, siempre has estado ahí.